jueves, 4 de febrero de 2016

LECTOR...

Ser lector es ser alguien diferente, pero no me refiero a la diferencia nominal, hablo por el contrario, de la diferencia de la esencia. Ser lector es ser ciudadano del mundo, pero hablo de una ciudadanía y de un mundo que desdibujan, borran y desaparacen los límites impuestos, las fronteras y los contornos en los que nos circunscriben el tiempo Crónos y el espacio topológico; hablo de una ciudadanía y de un mundo que se evidencian desde la disposición para el encuentro, para los encuentros, y sí, también para los desencuentros; una ciudadanía y un mundo que desestructuran lo estructurado, que posibilitan lo imposible, que realizan lo irrealizable; una ciudadanía sin anclas ni pasaportes, sin visas, un mundo sin muros; me refiero, sí, a una ciudadanía y a un mundo de dimensiones infinitas, de milagros eternos, de sueños indecibles, de momentos únicos para el asombro, para la picardía, para la sonrisa, para la vida...
Eso, creo, es un lector. Esa su ciudadanía, ese su mundo. O por lo menos ahí vivo yo.

1 comentario:

  1. Y es el mundo que acoge a ese lector cada día más humano, cada día más inusual, cada día menos predecible... Siendo el lector un entramado experiencial en el que cada palabra acaricia sus sentidos, en cada vereda intelectual reescribe nuevas rutas de interpelación, con cada línea culminada recibe destellos de renovada inspiración, se convierte en una complejidad atravesada por la curiosidad sin prescripciones impuestas. El mundo del lector es el que todos merecemos, un mundo descarnado, más infame que agradable, pero siempre agudo, siempre denso, siempre dudoso!

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